Una ciudad de miles de colores

Una ciudad de miles de colores
Encuentro con las paredes gastadas de un barrio lleno de historias

miércoles

Un Banco en casa.






El murmullo de persona tras la puerta principal de mi vivienda me hizo levantarme del asiento, asomarme a la ventana causo la sensación de impresión, al ver un grupo de personas que crecía desmesuradamente a las afueras de mi edificio, mientras unos se peleaban por que se respetara el orden de llegada, otros hacían de logística y recolector de documentos. Este viernes a las 8:30PM había perdido la habitual tranquilidad que se vive en un sector en donde solo durante el día la gente se ve entre las calles con tranquilidad.
Decido salir y mayor fue mi sorpresa al ver como una fila de dos en fondo se hacía en la angosta escalera del bloque 1 de apartamentos, en donde solo se encuentran dos por piso, mi vecina entre gritos pide que pasen de 5 en 5 para evitar confusión, la gente tenía cara de hambre y sed, miraban por el ladito del ojo que nadie quisiera colarse en la fila, otros me miraban allí observándolos, mi casa se había convertido en un espacio público sin previo aviso. Con una inicial voz pasiva pregunte la razón de su presencia, todos de repente olvidaron el motivo por el cual hacían fila a esa horas de la noche, en un lugar que muy probablemente solo han visitado esta vez, decidí bajar, me metí entre ellos y me hice parte de ellos, los escuchaba ya hablar en confianza, se hacían cuentas, que 15.000 mil, que 5.000 si eres amigo. Hasta ahora me entero que el PIN de la universidad de Atlántico se entrega en la casa de particulares, en un cuartico detrás de la cocina, con un computador obsoleto y sin ningún tipo de sello que lo soporte.

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